La adoración congregacional debe ser un tiempo de celebración y edificación. Desafortunadamente, debido a preferencias personales fuertes y a confusión en cuanto a lo que es la adoración, las reuniones congregacionales de adoración han sido segregadas en diferentes “tipos” de servicios (contemporáneo, tradicional, mezclado, de jóvenes, universitarios, e incluso niños).
En vez de segregar el cuerpo de Cristo en diferentes grupos generacionales, en la iglesia High Pointe nos hemos comprometido a reflejar la sabiduría y gloria de Dios al reunirnos como una sola iglesia (Efesios 3:10). Y en vez de animar las preferencias personales, hemos aprendido a enfatizar ciertos principios bíblicos para guiarnos en nuestra planeación de adoración congregacional.
Con el fin de aclarar la confusión en cuanto al significado de la adoración, permítanme proveer una breve definición: La adoración es la respuesta apropiada de nuestra persona entera a todo lo que Dios ha revelado sobre sí mismo (su carácter, sus propósitos, sus caminos, y su voluntad) en su Hijo, Jesucristo.
Por supuesto, esta pudiera ser una definición simplista, pero al menos nos da un punto inicial de discusión. Con esa definición en mente, aquí están siete principios básicos en los cuales basamos y planeamos la práctica de la adoración congregacional en High Pointe Baptist Church.
1. La adoración verdadera se centra en Dios
Fuimos creados para adorar, y somos mandados a adorar solo a Dios (Éxodo 20:3-5; Apocalipsis 22:9) en las formas en las que Él nos ha mandado en la Escritura (Eclesiastés 5:1-7). Por lo tanto, al preparar nuestros corazones para la adoración, debemos enfatizar que la adoración se trata de Dios, no de nuestras preferencias.
2. La adoración verdadera se enfoca en Jesús
Jesucristo es la imagen de Dios, el creador, sustentador, y reconciliador de la creación, y la cabeza de la Iglesia (Colosenses 1:15-20). Le plació a Dios revelarse a sí mismo a través del Hijo y reconciliarnos ante Él mediante la muerte de Jesús. Así como los discípulos, nosotros adoramos a Jesús (Juan 20:28). Jesús es el enfoque de nuestra adoración porque Él es el enfoque de la obra del Padre (Apocalipsis 5).
3. La adoración verdadera es empoderada por el Espíritu Santo
La Biblia aclara que somos nacidos en este mundo como hijos de ira y muertos delante Dios. Sin embargo, a través de la gracia y mediante la fe (Efesios 2:1-10), somos vivificados ante Dios y mortificados al pecado (Romanos 6:1-14). Solo aquellos que han sido vivificados y que son portadores del Espíritu Santo pueden adorar verdaderamente a Dios; estos son los adoradores verdaderos que Dios busca (Juan 4:21-24).
4. La adoración verdadera se basa en la Palabra
La Palabra de Dios es la base de todo lo que hacemos en la adoración (anuncios, bienvenida, cantos, oración, predicación, etc.). ¿Por qué? Porque Dios obra mediante su Palabra. Él creó a través de su Palabra (Génesis 1); Él sostiene su creación mediante la Palabra de su poder (Hebreos 1:3); Él vino a este mundo como la Palabra (Juan 1:1); Él nos salva por el poder de su palabra (Romanos 1:16).
La predicación es la forma primaria de la Palabra en nuestra adoración porque este es el modelo que Jesús y sus discípulos nos dejaron (Lucas 4:43; Romanos 10:14-15) y porque se nos ordena el predicar la Palabra hasta que Cristo regrese (2 Timoteo 4:1-2). Y debido a que la adoración verdadera se basa en la Palabra, cuando nos reunimos como iglesia queremos leer la Biblia, cantar la Biblia, orar la Biblia, predicar la Biblia, y ver la Biblia (en el Bautismo y la Santa Cena).
5. La adoración verdadera requiere que adoremos a Dios con toda nuestra persona
Como ya definimos arriba, la adoración es una respuesta, y nuestra adoración a Dios es nuestra respuesta a Dios: a quién es Él, a sus caminos, sus propósitos, y su voluntad. La adoración verdadera requiere que busquemos a Dios con nuestras mentes al estudiar su Palabra y buscar crecer en el conocimiento de Jesucristo. Esta es la parte de “verdad” de la adoración en “espíritu y en verdad” (Juan 4:24).
Al mismo tiempo, la verdadera adoración requiere que busquemos a Dios con nuestros corazones al llenarnos el Espíritu Santo y causar que alabemos a Dios con completo deleite. Esta es la parte de “espíritu” de la adoración en “espíritu y en verdad”. Nuestra adoración, entonces, debe ser apasionada y llena del Espíritu porque es nuestra respuesta holística (en espíritu) a la verdad de quién es Dios para nosotros en Cristo.
Debido a la confusión, este punto requiere ser aclarado. La respuesta holística de cada cristiano a la verdad de quién es Jesús inevitablemente será diferente. Una persona puede ser movida a derramar lágrimas de gozo y agradecimiento al reflexionar sobre el perdón del pecado que recibió a través de la fe en Cristo. Otra persona puede ser movida a levantar sus manos al cielo en reconocimiento de quién es Jesús. Alguien más pudiera ser movido a reflexionar en silencio al considerar la gloria de Cristo y su evangelio. Tal vez otra persona será movida estar de rodillas en reverencia y humildad delante un rey santo. Pudiéramos seguir la lista.
No existe una respuesta holística correcta o equivocada a la verdad de quién es Jesús, considerando que todas las cosas sean hechas en orden (1 Corintios 12, 14) y que no quitemos el enfoque de nuestra adoración congregacional de Jesús. Esto es lo que significa adorar a Dios en espíritu y verdad (Juan 4:24).
6. La adoración verdadera edifica
Aunque la adoración se trata de Dios y no de nosotros, la verdadera adoración edifica a los creyentes en mente y corazón “hasta que todos obtengamos la unidad de la fe, y el conocimiento del Hijo de Dios, hacia un hombre maduro” (Efesios 4:11-13; 1 Corintios 14:26-40). En otras palabras, aunque la adoración se trata de Dios, también nos beneficiará y causará que crezcamos en amor por Dios y el prójimo, ya que la adoración tiene una dimensión vertical (hacia Dios) y horizontal (congregacional).
7. La adoración verdadera va más allá del domingo
Como creyentes en Cristo, no debemos dejar de congregarnos (Hebreos 10:24-25). Pero necesitamos recordar que, bajo Cristo, la verdadera adoración es un asunto de todos los días. Debemos dar nuestras vidas enteras a Dios como sacrificios vivos y santos (Romanos 12:1-2). Esto significa que debemos adorar a Dios en la forma en que vivimos, trabajamos y jugamos cada día de nuestras vidas.
Autor: Juan Sánchez
Fuente: Coalición por el Evangelio
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